No creo que yo pueda convencerte hermano o
hermana que lees esto, en cuanto a lo que es malo y es bueno en tus gustos y preferencias en
las cosas de esta vida. Solo El Espíritu Santo puede hacerlo. Pero siento de escribir sobre el cine y los
hijos de Dios. Creo que espíritus demoníacos
se mueven tras cierto tipo de películas, el terror, la violencia, sexo, son
llevadas al drama del séptimo arte (se llama séptimo arte porque reúne a las demás
formas de expresión artística).
Estreno tras estreno aparecen en la
pantalla gigante, la industria es millonaria los cines se abarrotan de personas, la imaginería no tiene límites producción tras producción y millones y millones
de dólares desfilan una y otra vez por taquilla y taquilla.
¿Por qué muchos cristianos no
pueden estar sin ir al cine? Se les ha hecho un habito, esperan que aparezca la
próxima película de estreno, separan celosamente su dinero y corren vez tras
vez al cine.
¿Qué esta malo con eso? Aquí doy
mi opinión como quien ha alcanzado Misericordia del Señor, personalmente creo que
hay espíritus demoníacos que se mueven en cierto tipo de películas y que un
hijo de Dios no debe exponerse. Imagina
por un momento que estas en la butaca del cine la película es clasificada de
terror (creo que se aplica a otros géneros), esperas que empiece, la pantalla
presenta un país pequeño en el Congo africano, la choza es vieja y dentro hay 5
personas que están haciendo un rito de brujería
en donde sacrifican una gallina, aunque esa escena no sea parte del argumento
central de la película, tú tan lejos como puedas estar de áfrica desde tu
butaca te hiciste participe del rito y lo espiritual que allí paso (por eso El Espíritu
santo en 2 Corintios 7:1 nos advierte; Así que, amados, puesto que tenemos tales
promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu,)
note que el versículo nos informa de una contaminación de “espíritu “ se refiere al hombre y la mujer interior que
puede aplicar sus emociones y sentimientos, intelecto a cosas que pueden
ensuciarle espiritualmente delante del Padre.
¡Dios les bendiga!
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