Pero nosotros debemos dar siempre
gracias a Dios respecto a vosotros, hermanos amados por el Señor, de que Dios
os haya escogido desde el principio para salvación, mediante la santificación
por el Espíritu y la fe en la verdad
2 Tesalonicenses 2:13
La Gracia de Dios es una de las doctrinas más
hermosas y profunda de la Palabra de Dios, quiere decir que no hay méritos en
nosotros, de ninguna clase y que Él Señor en su favor inmerecido decide desde el principio pasar
por alto nuestros Pecados y transgresiones y solo fijarse en la obra de Cristo y Justificar
al Pecador arrepentido y colocarlo en el estado de Salvación.
La Gracia Soberana nos coloca en el estado
correcto en relación a Dios, como hijos de Él, es consoladora y da esperanza
para el creyente que ha caído en el fondo de la inmundicia. Él puede mirar como los esclavos miran en la
mano de su amo y obtener el perdón para reanudar su Comunión con su Señor.
Sin embargo, la obra de la Gracia en
cuanto a la Salvación no debe confundirse con la obra de Santificación. Se podría decir que la Santificación es una
segunda obra de Gracia, es decir que mientras la total gratuidad en la Salvación
se recibe por fe, en la Santificación también usamos nuestra fe para vivir
para Dios.
Pero debemos estar muy atentos porque el
Evangelicalismo tradicional muchas veces negligencia de enseñar o se ha olvidado por completo del poder y la obra del Espíritu Santo en cuanto a vivir para Dios. Quiere decir que en la Santificación El Espíritu
Santo opera en nosotros para colocarnos a nuestra posición original de justificación
en Cristo.
Dios nos da la Salvación por Gracia,
como hijos de Dios ya Reconciliados y Justificados estamos en el proceso de Santificación
en el cual opera El Espíritu Santo por la fe en La Verdad,esto es en la obra de la cruz.
¿En dónde está el peligro? En que
algunos por una falsa seguridad de tener ortodoxia o sana doctrina se olviden
del capítulo 8 de Romanos, que, aunque hemos sido regenerados a nuevas
criaturas y recibido al Don del Espíritu Santo a morar en nosotros, el espíritu humano o naturaleza pecaminosa no
se regenera. La carne de un santo es
tan pecadora como la de un impío, dicho de otra forma, la ley del pecado actúa
en nosotros (eso no significa que el pecado se enseñoreara de nosotros). El peligro está en que un cristiano
puede estar viviendo en derrota espiritual porque está confiando en cualquier
otra cosa que no sea Cristo y este Crucificado, confía en su denominación, sus símbolos
doctrinales, su tradición, en los vestidos, en el himnario, en su libertad
cristiana, en su pastor, en sus propias obras, etc..., y ha comenzado a desarrollar
pecados y hábitos secretos en su corazón, como un árbol grande y frondoso que
se agusana en su interior y que se inclina lentamente al precipicio de la Apostasía, como no da fruto sera echado al fuego.
Por esto mis hermanos, la Fe en
cuanto a vivir para Dios solo debe estar puesta en Cristo y este Crucificado,
para que El Espíritu Santo opere en nosotros la Santificación y así de esta manera obtenemos una vida victoriosa.
¡Dios les bendiga!
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