martes, 25 de abril de 2017

El gozo y la comunión.

Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos.
Salmos 122:1


Jerusalén es la capital de Israel y allí estaba edificado el Templo de Dios, los judíos venían de diferentes partes del país al Culto, traían ofrendas y hacían fiesta por los caminos. Ofrecían también sacrificios según sus pecados, las jóvenes danzaban alegres, los ancianos llenos de júbilo regresaban a sus casas y poblados, sabiendo que El Señor había aceptado el sacrificio y que sus maldades habían sido perdonadas y expiadas.
¿Es esta misma la experiencia de la Iglesia contemporánea? ¿Se acerca usted con gozo a la Iglesia?  O usted dice ¿gozo?… ¿qué es eso?...  Penosamente muchos ya no quieren congregarse porque ven la paja en el pastor, el evangelista, la hermana, el hermano, y no echan de ver la viga en los suyos propios. Otros tropiezan en el diezmo y las ofrendas… algunos están agraviados y ofendidos…
¿Cómo está tu gozo hermano?, ¿lo perdiste?, ¿tienes por costumbre congregarte?, ¿perdiste el gozo de la Salvación?, ¿cuándo fue la última vez que tomaste la Santa Cena del Señor?, ¿cómo es que El Espíritu Santo no te está guiando a la comunidad?, ¿te apacientas a ti mismo? ¡La comunión es con Dios y su Iglesia¡  Yo no puedo contestar por ti, pero tu conciencia sabe…
¡Hermano, hermana no dejes de asistir a tu Iglesia local! ¡Busca donde congregarte! ¡Cristo viene! Salva tu alma del fuego, reconcíliate con el Señor y vuelve a la comunión y al gozo.
Repita esta Oración conmigo;

¡Padre me he descarriado en mi corazón, he menospreciado a tu Iglesia, perdóname Señor! guíame a los delicados pastos por tu Espíritu Santo, devuélveme tu gozo y quita de mi corazón la falta de perdón hacia mis hermanos! ¡Amén!

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