miércoles, 11 de octubre de 2017

El Terremoto, y La Iglesia de Cristo.

En lo sucesivo al terrible terremoto que afecto a México y que dejo 362 victimas fatales a nivel país, y daños estructurales millonarios,se pueden observar una gran cantidad de vídeo en las redes sociales, donde escuchamos y vemos las reacciones de las gentes confundidas con pánico y crisis nerviosa.
entre muchas cosas que las personas en el miedo parecen decir ,se escucha un clamor a Dios,luego groserías.     El Ser humano tiene la tendencia a ser mal agradecido y olvidadizo y especialmente con El Señor ,especialmente debido a que esta encadenado a lo caprichos de satanás (1 Juan 5:19).

Un terremoto en cambio para un hijo de Dios es una forma de Prueba,en cuanto a su Fidelidad o infidelidad con El Padre. ¿ estoy preparado si este muro me cae encima? ,¿estoy realmente a cuenta con El Señor?.  ante la aparición de la muerte nos tiemblan las canillas, pero Jesús nos dice; Yo soy la Resurrección y la vida el que cree en mi aunque este muerto vivirá (Juan 11:25).

 Este terremoto también examina nuestra fidelidad en el culto y la Comunión Congregacional , la mayoría de los pastores esperan en estos días de angustia e incertidumbre,  poder recibir a fieles que vuelven a Reconciliarse con El Señor y su Iglesia,pero se entristecen por el Pueblo, que prefiere encerrarse en sus casas a ver películas para poder olvidar.  como dice El Espíritu Santo;¡corren a sus casas mas mi casa esta desierta! (Hageo1:9).

El dolor de la tragedia, debe Unir a la familia Cristiana,para interceder por la nación ante Dios en Oracion,el sufrimiento del prójimo no nos debe causar indiferencia en nuestros corazones, pues Dios puede sanar la tierra contaminada por el pecado. (2 Crónicas 7:14)

El terremoto es una instancia en que la Iglesia puede mostrar las buenas obras que Dios a preparado de ante mano para que anduviésemos en ellas (Efesios 2:10), convertirla en centro de acopio de víveres no es pecado pues nosotros somos el templo no las paredes,debemos movernos en solidaridad y testificar de Cristo cuando El Espíritu Santo lo permita.







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