Pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas,
entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. Marcos 4:19
La enseñanza de Cristo siempre es oportuna
pues Él conoce a todos los hombres, (Juan 2,25) sabe de sus problemas, situación
de vida, alegrías, deseos, y todos sus secretos. Él enseña a un grupo selecto de personas
llamados sus discípulos y hoy, aunque no lo vemos enseña mediante Él Espíritu
Santo a su Iglesia, conoce de nuestros trabajos, a nuestros jefes, estudios,
labores hogareñas, prisas y anhelos materiales. Aquí el Señor Jesús enseña en parábolas los
misterios del Reino de los Cielos solo a quienes les es dado, a los ciudadanos de Él.
La Palabra de Dios es sembrada en toda clase de
terrenos, aquí ha caído entre espinos, son púas grandes muy agudas y resecas
las cuales impiden el crecimiento de la preciosa semilla; los negocios… la titulación…
los pagos de los gastos…la escuela de los niños...el auto…la casa propia…la televisión…el
internet. ¡han ahogado el tiempo de oración
e intimidad con el Señor, la meditación de la Palabra, el congregarse!
Los afanes de este siglo se refieren a
cualquier cosa que nos quite tiempo para andar en Comunión con Cristo y su Iglesia,
si bien es cierto hay cosas de esta vida que debemos atender, aquí el afanado
es uno que realmente se ha desequilibrado y ha puesto sus ojos en las cosas de
abajo, ha dejado de ¡amar al Señor y lo absorben los quehaceres! en consecuencia, el Señor pasa a segundo plano y aunque realiza profesión externa en su corazón se
ha desviado. Las riquezas se han metido y como los que quieren enriquecerse
caen en lazo (1 Timoteo 6,9), está atado, ¡seco espiritualmente!,¡el billete le
domina!
el
sembrador ha esparcido con alegría, más he aquí la semilla esta marchita y próxima
a morir.
Hermano
que lees, piensa en esto: ¿ te estás enfriando?, ¿ estás colocando algo por
sobre y superior al Señor en tu vida?
¡ el afán y la ansiedad ahogan el amor por Cristo! |
¡Padre en el nombre de Jesús, ¡Perdóname Señor te he sacado del trono de mi corazón, admito mi afán y pido que tu Espíritu Santo y tu Palabra me conduzcan a los pies de Cristo en el nombre de Jesús ¡Amen!
Ameeeeennnnn
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