lunes, 3 de julio de 2017

Dos razones de porque El Espíritu no se mueve en algunos cultos.

 El Espíritu mora y vive en el hijo de Dios pero debemos buscar ser llenos (Ef. 5:18). y para esto el único requisito es que nuestra Fe permanezca puesta en Cristo.          Todo servicio o culto Cristiano Evangélico donde se esté alabando, adorando, orando a Cristo debe contar con la Presencia personal del Espíritu Santo.     Realmente un culto sin la dirección y operación del Espíritu en los corazones solo es humano, natural y rutinario.   Esta es la razón porque muchos cultos nos dejan un sin sabor y una sed espiritual, vamos a la casa de Dios con entusiasmo y dispuestos a darle culto al Señor ¡deseosos de sentir su Presencia! mientras rendimos culto a Dios, pero, no pasa nada.   Algunas de estas razones pueden ser que   partes del culto o el servicio completo fue dirigido por ministros que no estaban Ungidos o les falto Consagración.   Hubo saltos, gritos, frases clichés, decibeles, estridencia, emocionalismo,mas no vino El Espíritu Santo.

   Por otra parte, El Espíritu trata con nuestras vidas mientras permanecemos en el servicio, Él quiere corregir algún aspecto de nuestro carácter, llevarnos a la confesión de algún pecado, mostrarnos que debemos perdonar, etc.    Algunas veces no experimentamos en nuestra vida la operación del Espíritu porque hay alguna barrera en nuestro caminar con Cristo, en otras palabras, El Espíritu quiere tratar con nuestras vidas más nosotros no lo dejamos lo resistimos o contristamos.

Ahora si usted se ha encontrado en el primer caso; examine todo y retenga lo bueno. (1 tes. 5:21)
En el segundo, rompa todo temor y prejuicio y acérquese con una Fe viva al Señor Jesucristo, al que a mi viene no le echo fuera (juan 6:37).


En cualquiera de los dos casos el creyente tiene la responsabilidad  individual de buscar la Presencia del Espíritu de Dios de forma personal en su vida y asegurarse de conocerla pues no todo lo que se presenta en una Iglesia como presencia de Dios realmente lo es.          Para no confundirse en su Fe es necesario que el Hijo de Dios conozca de forma personal y privada la Presencia del Espíritu Santo.

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